Capítulo 11 recuerdos.

Perezoso como el día y a la misma hora que de costumbre amaneció Manfredo,le dolía un poco la cabeza y tomó un par de pastillas.
La caja de cartón tan llena de historias le había dejado más tocado aún de lo que últimamente estaba,tenía que ser fuerte y mirar al futuro-eso al menos es lo que dicen todos los mogigatos a los que las cosas les van de narices,pensó-
Quizá había llegado el momento de poner fin a todo...
¿porqué no?-se preguntó en voz alta-,un anónimo menos,un parásito menos,un problema menos y a la mierda con todo de una puñetera vez.
Sudaba y tenía un ligero temblor en las manos,se dió cuenta de que tenía fiebre y abriendo la vitrina del comedor se sirvió una copa de ginebra.
Podía hacerlo de muchas maneras,el sabía de eso,al fin y al cabo los viejos oficios no se olvidan fácilmente ¿quén iba a culparlo por ello?,probablemente sería de las pocas cosas de su vida que no le traerían devuelta un reproche.Era una opción más que pausible y además posible, incluso probable.
Se sirvió una segunda copa y encendió su omnipresente cigarrillo.
Si aquél día no hubiese bajado del automóvil todo habría sido diferente,su vida no se hubiese convertido en un charco putrefacto,en un lodazal del que no veía posible salir,pero claro eso ya no tenía remedio.
Después vino aquél infierno con aquella mujer que nunca supo amar,ni a él ni a nadie,quizás a ella misma pero tampoco estaba seguro de ello.Y ya cerca de los cincuenta tenía delante todo un desolador panorama que aunque no era nuevo para él si le superaba ya en esta etapa.Nunca supo amar y nunca fue amado,su familia hacía años que desapareció,no tenía amigos ni amantes,estaba enfermo y sin trabajo...
era lo mejor,lo prepararía todo al detalle,no quería-al menos en esta ocasión-dejar cabos sueltos y terminaría de una vez.Nadie lo iba a extrañar.

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