Capítulo 16 Fin de Trayecto.

- Despierte Señor, hemos llegado.

Manfredo entreabió lentamente los ojos y vió como el revisor se alejaba con paso vivo pasillo adelante.

Había pasado la mayor parte del viaje durmiendo como si una gran descarga de tensión acumulada le hubiese permitido por fin descansar.

Salvo un par de conversaciones insulsas con los militares y unos cuantos cigarrillos fumados en la soledad de los descansillos el resto del tiempo había transcurrido ausente.

Cuando por fin se incorporó todo el mundo había desaparecido, como si nunca hubiesen estado allí.

Cogió lentamente su pesada maleta del portacargas,se abotonó con esmero la gabardina-pues estaba lloviendo- y lentamente descendió del convoy.

Un muchacho de no más de quince años se apresuró a ofrecerle llevar su maleta y conseguirle un taxi.Manfredo aceptó gustoso,lo último que le apetecía hacer era cargar con esa dichosa maleta tan ajada y cansina como su propia existencia.

Cuando llegó a la entrada principal de la estación el taxista-un hombre corpulento con cara de pocos amigos-ya había cargado su equipaje.Manfredo se acercó al muchacho y le dió unas monedas,subió al taxi y tras indicarle al conductor el hotel en el que se iba a hospedar encendió un cigarrillo y contempló por la ventana el sempiterno "chirimiri" del norte.

Era más de lo que le había dicho la chica de la agencia,una ostentosa entrada llena de adornos daba paso a un magnífica galería rodeada de árboles y una fuente.En las paredes colgaban obras de diversos autores,algunos de renombre,pero desconocidos en su totalidad para Manfredo.

El botones se detuvo delante de la puerta y con un estudiado gesto abrió la misma. Manfredo-poco dado a las exteriorizaciones- no pudo contener un comentario de admiración...

-¡Magnífica muchacho!,¡Magnífica! y con gesto de aprobación volvió por segunda vez en poco tiempo a extender unas monedas.El botones hizo una ridícula reverencia y cerrando la puerta despareció.

Un gesto de infinita satisfacción recorrió el rostro de Manfredo,al fin estaba sólo y en un lugar en el que nadie le conocía,podía por fin descansar.

Se sirvió del surtido bar una copa de ginebra y tras encender un cigarrillo se tumbó en el diván que había junto a la ventana,llovía con algo más de fuerza y tenía siete días por delante.

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